miércoles, 29 de abril de 2009
El martillo de Thor
Luto en Suecia por la muerte de un héroe nacional, Ingemar Johansson, campeón mundial de los pesos pesados
lunes, 27 de abril de 2009
¡Smash the reds!
Me cuentan que la otra noche hubo una velada espectacular por las calles de nuestra ciudad, no hubo árbitros (aunque luego intervendrán para imponer su injusticia) , no hubo prensa (aunque luego llegará). Según las crónicas recibidas, los enemigos de la ducha mantuvieron un combate donde salieron gravemente perjudicados. Y es que tan solo con pintas, gritos y bravuconerías no se puede vencer…hay que tener algo mas…alegría, convicción y fe en la victoria.
Os seguiremos informando...
miércoles, 22 de abril de 2009
MAGNIFICA VELADA
El próximo viernes (24 de abril) en Oviedo, el Club Tibet organiza una magnífica velada de boxeo compuesta por un total de ocho combates, seis en categoría amateur y dos en categoría neoprofesional.
En el combate de fondo tendremos la oportunidad de ver al ovetense Aitor "El Diamante" Nieto. Nieto se enfrentará al menorquín Nebil Krissi, miembro de la selección balear. Será una pelea de revancha, en neoprofesional dentro del peso welter.
El otro combate neoprofesional pondrá en escena al asturiano Raúl "Willy" Pandiella.
En el terreno amateur se llevarán a cabo seis magníficos enfrentamientos. Destacamos la pelea de revancha, en el peso medio, entre David "El Espartano" Nava y el madrileño Javi González.
Otro combate importante, en el peso medio, lo protagonizarán el avilesino Álvaro Menéndez y el mallorquín Jorge Sánchez. En el peso pluma se enfrentarán el ovetense Aldo Doberti y el mallorquín Omar "El Finito" Rubio.
Otros protagonistas de la noche boxística en Asturias serán el armenio Avetik "El Bombardero" Gevorgyan, Dani Calzado y Josín Martínez.
martes, 14 de abril de 2009
¡Vivir para ver!
En Alemania, el otro sábado, 11,5 millones de telespectadores (como aquí, el Real Madrid en una final de Champions o Fernando Alonso) asistieron a través de la RTL al Vitali Klitschko vs. Juan Carlos Gómez, con un 55% de share de audiencia. Y en Italia, en Francia, no digamos en México, Puerto Rico o Argentina. Ahora mismo, hay cuatro campeones mundiales de Japón, 3ª potencia mundial. Y hasta en Rusia, se dio, con un lleno absoluto, hace poco más de un año, el primer Campeonato del Mundo del Peso Pesado. Ucrania domina los pesos pesados.
Pues aquí en España, parece que hay pedir perdón por seguir el boxeo, como toda la vida. Firmas y centros comerciales no quieren bajo ningún concepto, que sus nombres, tan reputados ellos, se les identifique con este deporte del "pasado". ¡Serán catetos! Vivir para ver.
Un poco de historia. Gimnasio Stillman
El gimnasio era de película, o mejor dicho, los gimnasios de las películas están basados en el gimnasio de Stilman. Un ambiente cerrado, olor a sudor y a linimento mezclado con el humo de los cigarrillos y puros de los mánager y de los espectadores. En el piso principal, en el de los dos cuadriláteros, había espacio para unas veinte filas de sillas plegables donde se sentaban los aficionados. Por veinticinco centavos, o cincuenta centavos a partir de los años cincuenta, podían ver espectaculares sesiones de guantes y observar en vivo a los más destacados campeones del mundo. Los aficionados sentados, los mánager siempre de pie. Se consideraba que ver los entrenamientos desde una silla era poco profesional. En la entrada estaba Jack Curley, el encargado. Un personaje de carácter inalterable que, según contaba un ex campeón, hubiera sido capaz de negar la entrada al mismísimo Jesucristo si antes no le arreaba los cincuenta centavos. El insigne escritor A.J. Liebling decía de él que con el tiempo había entrenado a la perfección sus músculos faciales para evitar cualquier gesto de reconocimiento. En cierta ocasión el campeón del mundo Jimmy Carter necesitaba entrar en el gimnasio para hablar con su apoderado. Curley puso cara como de no reconocer al celebérrimo campeón mundial y le espetó: “Me importa un carajo quién seas. O me sacudes los cincuenta centavos o tú de aquí no pasas”.
No había espacio para las confianzas en el gimnasio de Stillman. El propietario, siempre con su revólver bien visible, tenía una oficina desde la que veía los rings de entrenamiento. Desde ahí anunciaba por megafonía el orden en que los boxeadores deberían subir al cuadrilátero. Su carácter agrio y su permanente mal humor eran bien conocidos en los ambientes boxísticos. Stillman lo tenía claro, una de sus máximas era: “me da igual que sean grandes o pequeños, campeones del mundo o simples paquetes. Yo a todos los trato de la misma manera: mal. Si les tratas como humanos acaban comiéndote vivo”. Stillman les gritaba, les faltaba, les menospreciaba, sí, pero siempre con mucha clase.
El gimnasio era realmente apestoso. Sudor, cuero, linimento y humo en un ambiente cerrado. Las paredes sucias y desconchadas, decoradas con amarillentos carteles de combates y trozos de escayola que permanentemente se caían del techo. Y algo de obligado cumplimiento: las ventanas siempre cerradas. Si algún boxeador pedía a Stillman que abriera las ventanas para que entrara un poco de aire fresco, la respuesta del propietario era siempre la misma: “Chaval, búscate otro gimnasio”. Tras unas horas allí la ropa apestaba a tabaco. Eso sí, en los vestuarios, en los que había tres duchas que no siempre funcionaban, se exhibía un cartel bien grande que decía: “Lavad vuestras ropas, por orden de la comisión atlética”.
Cuenta la leyenda que ese ambiente del gimnasio de Stillman tenía propiedades mágicas. En cierta ocasión, el campeón del mundo del pesado Genne Tunney pidió que se abrieran las ventanas para recibir aire fresco. El campeón del mundo del peso pluma, Johnnny Dundee, le dijo: “¿Estás loco o qué? ¿Aire fresco? Seguro que es perjudicial para la salud".
También se recuerda como el entonces campeón del mundo del ligero, el mítico Beau Jack, dejó el gimnasio de Stillman para preparar la defensa de su título ante Bob Montgomery. El campeón, que era uno de los habituales del gimnasio, decidió cambiar de aires para su puesta a punto y montar su cuartel general en la montaña. Perdió. Tras la derrota, Jack opta por abandonar el aire limpio del campo y retornar al sucio ambiente del Stillman's . En el combate de revancha Beu Jack recupera su título. Las propiedades terapéuticas del hediondo aire del gimnasio quedaron definitivamente demostradas.
Pero en el Stillman's no solo estaban los mejores boxeadores sino también los mejores maestros, los mejores preparadores de la historia. Ray Arcel que entrenó a Benny Leonard, Tony Zale y Kid Gavilan entre otros, y que ya de mayor fue fundamental en la carrera de Roberto Durán , Freddie Brown, posiblemente el mejor cutman de la historia, Manny Seamon, Whitey Bimstey, Al Silvani, Charley Goldman... Los mejores, los más grandes. Allí aprendió el oficio Angelo Dundee, que acabó de entrenador de Muhammad Ali y de Sugar Ray Leonard, pero que en el Stillman's era el chico que llevaba el cubo o el encargado de coger el teléfono. O el mítico Lou Duva, que tras acabar su jornada de camionero iba a recibir su educación en el cochambroso gimnasio. Lou Duva lo tenía claro: “Esos eran los entrenadores que más sabían, los de mayor experiencia, los de más conocimientos. No como los de ahora”.
Las jornadas de trabajo eran duras e intensas. De doce a cuatro ininterrumpidamente. Todo el mundo haciendo guantes. Los boxeadores aprendían al medirse a rivales de mayor nivel en el gimnasio. Y lo más importante, todos los días, de lunes a sábado, boxeo. A diario en Nueva York: los lunes en el Saint Nicholas Arena, el mítico Saint Nicks, los martes en el Broadway Arena, los miércoles en White Plains, los jueves en el Bronx Coliseum, los viernes la gran velada del Madison Square Garden y los sábados en el Rigdewood Grove. Además, también semanalmente, había veladas en el Laurel Garden, en el Coney Island Arena, en Fort Hamilton y en el Queensboro. Los entrenadores no daban abasto. Entrenaban por la mañana y estaban en la esquina por las noches. Trabajaban de cinco a seis combates al día, todas las semanas, todos los meses del año. Los boxeadores empezaban como teloneros en las veladas de club. Aquel que destacaba especialmente podría llega a protagonizar el combate de fondo. De ellos, los mejores se incluirían en los combates preliminares de las veladas del Madison Square Garden. Si un boxeador seguía ascendiendo y llegaba al semifondo o al combate de fondo del Garden, es que entonces estaba preparado para ser campeón del mundo.
Pero el Gimnasio de Stillman no era sólo la academia y la universidad. También era La Bolsa , el mercado de valores del boxeo. Todos los mánager de Nueva York estaban a diario en el Stillman's. Siempre de pie, siempre fumando. En una de las paredes del piso de abajo, el de las sesiones de guantes, había cinco teléfonos de monedas. Allí entraban llamadas de todo el mundo. Cualquier promotor que buscaba un boxeador llamaba al Stillman's. Incluso había riñas para ver quién cogía primero el teléfono. El primero en hacerlo sabía que tendría trabajo para sus púgiles. Por ello, Stillman decidió poner siempre a un encargado. Míticos personajes del boxeo como Al Braveman o Angelo Dundee empezaron recogiendo llamadas en el gimnasio de Stillman.
Era una época en la que se vivía boxeo, se respiraba boxeo. A pocos metros del gimnasio estaba el Madison Square Garden. Y también cerquita el Neutral Corner, el Rincón Neutral. Allí comían y bebían apoderados, promotores, boxeadores en activo y retirados, apostadores profesionales, mafiosos y aficionados. Otro de los habituales era el insigne escritor A.J Liebling, el que mejor supo retratar este ambiente en sus geniales escritos. Tras la barra, atendiendo al variopinto personal, el gran Toni Janiro, que nunca llegó a campeón mundial pero que fue uno de los boxeadores más populares y taquilleros de Nueva York. Y bien cerca de la caja registradora, un ejemplar del libro de records de The Ring, el libro de Nat Fleischer, juez absoluto e indiscutible en cualquier apuesta o discusión.
Jamás el boxeo adquirió un nivel similar al de las décadas de los cuarenta y los cincuenta. Pero poco a poco, la televisión fue acabando con las veladas de clubes y empezó a disminuir el trabajo para púgiles y preparadores.
En 1959, el viejo Lou decide cerrar el gimnasio y vivir de las rentas. Un acontecimiento impactante, realmente luctuoso. El cierre del gimnasio de Stillman apareció en la portada del New York Times: “Me voy, echo el cierre al negocio. Los boxeadores de hoy en día son unas niñas. Esto no es como cuando los boxeadores respiraban aire viciado y comían malos alimentos. Ahora es todo distinto. Los chavales tienen dinero en los bolsillos pero no saben ni reír.”
El gimnasio ya era historia. Stillman se marchó a California a vivir con su hija y allí se dedicó a pintar al óleo. Pero como años después reconocería a Al Braverman, vender el gimnasio fue el mayor error de su vida. El viejo cascarrabias ya no tenía con quién hablar ni a quién echar broncas. Murió a los 82 años en una residencia, justo diez años después del cierre de su legendaria academia.
En la actualidad, en el espacio dónde se encontraba el sagrado recinto del conocimiento boxístico, el 919 de la Octava Avenida , se alza un impersonal edificio de apartamentos. Ni siquiera una simple placa para recordar el lugar donde se dio una mayor concentración de sabiduría pugilística, donde más sudor se derramó, donde se hicieron más asaltos de duro guanteo, donde más chavales se educaron en la dulce ciencia. Nada. El gimnasio de Stillman es desde hace ya mucho simplemente un recuerdo, una leyenda. Un lugar irrepetible.
miércoles, 8 de abril de 2009
CASTILLEJO vs NAVASCUES. COMBATE NULO
El sábado en la Cubierta de Leganés con una gran entrada se pudo volver a ver a Javier Castillejo después de tres años sin pelear en España frente al español Navascues, el resultado era lo de menos, el público presente le aplaudió en todo momento dándole ese cariño y ese reconocimiento que se merece por su gran trayectoria y por seguir dando la cara a sus 41 años.
El combate no defraudó y se pudo ver un combate muy intenso que se saldó con combate nulo después de que dos de los árbitros dictaminase empate por 97-97 y 96-96, mientras el tercero dió la victoria a Castillejo por 96-95. Navascues realizó un gran combate y se impuso en los primeros asaltos a un Castillejo que no conseguía meterse en la guardia de su rival, pero a medida que avanzó el combate Navascues pagó el esfuerzo y Castillejo gracias una vez más a su gran preparación física incrementó su presión y recortó distancia en las cartulinas conectando buenos golpes que pusieron en apuros a Navascues, en definitiva un combate con un gran ambiente donde ambos púgiles se dieron por satisfechos por la pelea realizada.