domingo, 27 de enero de 2013

BOXEO EN LA LEGIÓN

 
Boxeo por motivos personales.

En el Tercer Tercio se sucedían las riñas entre los legionarios. El Coronel, gran amigo de los combates de boxeo, decidió atajar el problema a la antigua usanza, es decir, aprovechando los Sábados Legionarios, se montaba el cuadrilátero que estaba en las inmediaciones de la pista de aplicación, organizándose a continuación espectáculos pugilísticos, con los servicios médicos alertados y con el árbitro perfectamente uniformado como tal. Durante todo el mes, toda discusión acalorada entre legionarios se resolvía por parte del servicio de cuartel apuntando a los dos individuos para el Sábado correspondiente.

Para abrir boca, normalmente los primeros combates, que eran a tres asaltos, se reservaban para los legionarios que tenían algún conocimiento y que por una bolsa de dinero les alegraba el fin de semana. Después venían los combates por motivos personales. A los participantes en estos últimos se les recordaba al principio del combate las normas del boxeo, sin embargo después de oírse la campana de inicio normalmente el ring se convertía un bombardeo de puñetazos, patadas y mordiscos, tal es así que a duras penas después de acabar el primer asalto los contendientes ya estaban exhaustos. Los gritos de los espectadores animando a sus respectivos amigos y los de tongo se entremezclaban entre los abundantes vasos de sangría. Al finalizar el combate, los dos enemigos viscerales se fundían en un fuerte abrazo y quedando así sus roces completamente resueltos.